América pintoresca; descripcion de viajes al nuevo continente por los mas modernos exploradores . 626 AMÉRICA PINTORESCA al propio tiempo estridentes chillidos, destacándose del sordo murmullo de las aguas. Lostales chillidos proceden de \os g7iapacos, aves semi-nocturnas que habitan las profundas caver-nas de la hendidura y pululan en sus profundidades. Una piedra, arrojada al fondo del abismo,produce un rumor sordo que las peñas repercuten con fuerza: un tiro despierta ecos formida-bles y siembra el espanto entre el alado enjambre. Seis metros debajo del puente de madera, se halla tendida de


América pintoresca; descripcion de viajes al nuevo continente por los mas modernos exploradores . 626 AMÉRICA PINTORESCA al propio tiempo estridentes chillidos, destacándose del sordo murmullo de las aguas. Lostales chillidos proceden de \os g7iapacos, aves semi-nocturnas que habitan las profundas caver-nas de la hendidura y pululan en sus profundidades. Una piedra, arrojada al fondo del abismo,produce un rumor sordo que las peñas repercuten con fuerza: un tiro despierta ecos formida-bles y siembra el espanto entre el alado enjambre. Seis metros debajo del puente de madera, se halla tendida de parte á parte la gruesapiedra gris que ha dado pié para las disquisiciones de muchos viajeros. Se puede llegar aunquecon alguna dificultad á ese puente natural, bajando por las asperezas y desigualdades que. Un horno techado en Pandi forma el esquisto hojoso de las paredes, en el cual las esfoliaciones han formado una especiede escalones. Al sentar el pié en la enorme roca atravesada sobre la sima, á la cual pareceque las demás piedras más pequeñas dan seguridad y consistencia, entonces es cuando unose encuentra materialmente sobre el abismo y oye los pavorosos mugidos del torrente. La noche me sorprendió haciendo diversas observaciones, por lo que hubimos de retirar-nos. Los guapacos empezaban á salir de sus cavernas y nos ensordecían con sus gritos. Re-gresamos á Pandi en donde reinaba una temperatura de 25°; el cielo estaba límpido y apenasturbaba la calma el canto de las cigarras. Mientras andábamos refluía en nuestra mente laimpresión que acabábamos de recibir, dispuestos á organizar para el dia siguiente una explo-ración seria y detenida. La señora Mercedes, ó sea la huéspeda que nos cupo en suerte, deseosa de obsequiarnos,había amasado y puesto á cocer dos pan


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