América pintoresca; descripcion de viajes al nuevo continente por los mas modernos exploradores . ue es V. inglés), al punto me demostró esa atención y esa cordia-lidad indefinible que reina entre europeos cuando se hallan á más de mil leo-uas de nuestrocontinente. En seguida me explicó el mecanismo de su empresa: aparte de su casa de Taba- 8o AMÉRICA PINTORESCA tinga, tenia un pequeño buque con una casita. En esta embarcación hacia el comercio fluvial,vendiendo alfileres por mayor, por medias docenas, y agujas por menor. Uno de los artículosque más beneficios le dejaban eran las puntas de Par


América pintoresca; descripcion de viajes al nuevo continente por los mas modernos exploradores . ue es V. inglés), al punto me demostró esa atención y esa cordia-lidad indefinible que reina entre europeos cuando se hallan á más de mil leo-uas de nuestrocontinente. En seguida me explicó el mecanismo de su empresa: aparte de su casa de Taba- 8o AMÉRICA PINTORESCA tinga, tenia un pequeño buque con una casita. En esta embarcación hacia el comercio fluvial,vendiendo alfileres por mayor, por medias docenas, y agujas por menor. Uno de los artículosque más beneficios le dejaban eran las puntas de París fabricadas en Inglaterra, las cuales sevenden á chelín el kilogramo, ó sea veinte por dos cuartos. Había «cedido» clavos de estospor un paquete de zarzaparrilla, por una botella de copaiba ó por unas cuantas castañas, esdecir, por productos que valían, según el precio corriente del mercado, dos ó tres duros. Du-rante nuestra conversación vendió á un negrito de diez á doce años una camisa de cuello recto,primero y, hasta nueva orden, único vestido del Vista de una chacra, cerca «.le Maiiaus M. Hawselt tenia en especial un gran depósito de licores y conservas, y semejante al di-plomático que prepara su terreno, sabia poner á los habitantes de Tabatinga en el diapasónen que se compra un vestido para una negra querida ó un gabán para sí mismo, á pesar dehacer un calor que apenas puede soportarse cuando se mece uno casi desnudo en una hamacasuspendida bajo una techumbre de hojas de palmera. La mitad de los licores servía para ponerá los parroquianos de buen humor y una parte de las conservas para abrirles el apetito, porquemaster Hawselt sabia que el comer y el rascar, etc. Los precios obtenidos por el resto de lasprovisiones compensaban ampliamente sus inteligentes liberalidades. De suerte que este co-merciante británico era el habitante más feliz de Tabatinga, donde unos cincuenta hombres ytres mujeres viven indolentes y tr


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